¿Por qué comenzamos?

Hace catorce años mi vida tomó un giro importante. En ese momento no lo sabía, no lo intuía. No tenía claridad de a dónde me llevaría todo esto, pero sí apareció con fuerza una sensación nueva: las ganas de hacer algo distinto. El deseo de cambiar.

En esa etapa, cambiar significaba algo muy diferente a lo que significa hoy. Nunca pensé en emprender, nunca se trató de dinero (aunque, claro, no me molestaba ganar un poco más). La realidad era mucho más simple y, a la vez, más incómoda: estaba estancado. Estaba descontento. Sentía que mis trabajos eran vacíos, sin alma. Me levantaba cada día a trabajar con la sensación de estar perdiendo el tiempo. No tenía un mal sueldo, pero me faltaba algo… y no sabía qué era.

El origen de todo esto lo recuerdo difuso. En algún momento apareció la idea:

“¿Y si hago un box de CrossFit?”

Era alrededor del 2012 y la verdad es que no tenía la menor idea de cómo se veía eso. Miraba fotos en internet de lugares increíbles para entrenar, espacios que parecían sacados de otro mundo, y algo en mí quería emular esa sensación. No tenía claridad, pero sí una intuición: estar rodeado de actividad física, de deporte, podía significar un cambio real.

En ese sueño inicial jamás me imaginé dedicándome a esto como lo hago hoy. Lo veía como algo paralelo, algo a lo que le dedicaría parte de mi tiempo libre (me cuesta creer que alguna vez tuve tiempo libre), pero no como el eje de mi vida. En mis sueños más ingenuos yo seguía trabajando y el negocio “se manejaba solo”. Yo simplemente tendría un espacio para disfrutar, un lugar que funcionaba, con una comunidad maravillosa que amaba moverse. Hoy, mirando hacia atrás, entiendo lo poco que sabía y lo poco claro que estaba todo.

Los sueños suelen ser así. Difusos, incompletos, poco específicos. Llenos de espacios en blanco que no sabemos cómo llenar. Y en ese proceso de intentar entenderlos, muchas veces perdemos de vista algo fundamental: el porqué comenzamos. Cuando eso pasa, el riesgo es enorme, porque ahí están nuestras verdaderas motivaciones.

Cuando hoy reflexiono sobre por qué empecé, la respuesta es clara. Estaba decepcionado. Decepcionado de la vida que llevaba. Había pasado mucho tiempo viviendo una vida prestada, una vida que no reflejaba quién quería ser, sino lo que en algún momento sentí que “tenía que hacer”. El proyecto de Acción fue el primer riesgo real que tomé en una dirección distinta. No nació desde la razón, nació desde el corazón.

Simplemente quería construir algo que se sintiera bien. Quería que mi trabajo tuviera impacto. Llevaba años trabajando sin entender para qué, sintiendo que todo se reducía a ganar dinero. Esa sensación me fue vaciando, me fue quitando sentido, me hizo sentir cada vez menos valioso. Sentía, honestamente, que mi trabajo no significaba nada.

Acción comenzó exactamente ahí: como una búsqueda de propósito. Y hoy puedo decir que, al menos en ese aspecto, el objetivo se cumplió. El proyecto ha tenido altos y bajos, pero me permitió avanzar en esa búsqueda inicial. Aunque no tenía idea de cómo se vería un box de CrossFit al principio, logré algo mucho más importante: encontrar una versión de mí que quería construir.

Acción me dio espacio para formar mi identidad, lejos de estereotipos. Me permitió encontrarme, desarrollarme, transformarme. Más que un negocio, fue —y sigue siendo— un proceso personal.

¿A qué quiero llegar con todo esto?

Los emprendimientos nacen desde distintos “porqués”. No hay uno correcto. Pero sí creo que es fundamental no perder de vista la razón por la que comenzamos y preguntarnos, con honestidad, si lo estamos logrando. Ese porqué puede cambiar con el tiempo, puede evolucionar, pero tiene que seguir teniendo sentido.

Demasiado seguido veo a personas sufriendo dentro de sus emprendimientos. Cuando les preguntas por qué partieron, muchas veces no hay una respuesta clara. Y cuando no existe un motivo profundo, el emprendimiento termina convirtiéndose en una prisión o en algo vacío, sin sentido.

Emprender es algo maravilloso, pero sólo cuando está alineado con tus razones correctas. Y esas razones sólo las conoces tú.

No pierdas el foco. No pierdas tu objetivo. Construye un emprendimiento que te ayude a construir la vida que sueñas, no uno que termine consumiéndola.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Decisiones y cambios

¿Que hago acá?

El llamado que lo cambió todo