El inexorable paso del tiempo
Cada día estoy más seguro de que no tengo la razón. De que lo que escribo está lleno de errores. De que, probablemente, dejar registro de mis opiniones sea una forma bastante dura de enfrentarme, en el futuro, a lo equivocado que estaba. Y tal vez por eso este ejercicio me resulta tan valioso. Es una bitácora. Un registro del paso del tiempo. Una forma de observarme.
¿Qué cosas han sido intencionadas?
¿Qué cosas han sido simple suerte?
¿Soportará el paso del tiempo el proyecto?
¿Por qué sigo escribiendo si casi nadie me lee?
Son preguntas que no busco responder hoy. Confío en que el tiempo, como siempre, se encargará de hacerlo.
Cuando comencé, hace ya 13 años, no tenía la menor idea de lo que estaba haciendo. Lo que pensaba entonces no tiene nada que ver con lo que hoy es Acción. Los caminos que fue tomando mi vida en el proceso —si soy honesto— jamás los imaginé. Año tras año diseñé estrategias que no se cumplieron, planes que quedaron en el camino, ideas que simplemente no resistieron el paso del tiempo.
¿Y entonces por qué seguimos acá?
A veces me lo pregunto con total honestidad. ¿Qué hago todavía haciendo esto? Me he equivocado cientos de veces. He cometido errores grandes. He probado caminos que no llevaron a nada. He trabajado con personas que no resultaron. He perdido mucho dinero. Me han demandado, me han estafado, he tomado malas decisiones. Y, aun así, pese a todo eso, seguimos acá. Seguimos.
Ayer Instagram me mostró un recuerdo. No uno bonito. Era un video de la época de pandemia, donde aparezco discutiendo con inspectores de la SEREMI de Salud. Peleando. Insistiendo con vehemencia en que podía seguir trabajando, en que no estaba incumpliendo la normativa, en que ellos estaban equivocados. Vi el video y me dio vergüenza. La frustración se me nota en la cara. La agresividad también. Viéndolo hoy, en retrospectiva, creo que perfectamente podrían haberme llevado preso. Y, siendo honesto, probablemente habría sido lo correcto. Fue un error. Uno más.
Y, aun así, seguimos acá.
Este 2026 cumplimos 13 años. Y en el camino hemos cambiado mucho. ¿Todo cambio ha sido para mejor? No estoy seguro. Creo que simplemente hemos evolucionado. En ese proceso hemos ganado confianza y credibilidad… y también las hemos perdido. Hemos ido afinando el proyecto, entendiendo mejor qué hacemos y por qué lo hacemos. A muchos no les ha gustado. A otros les ha molestado. Hemos recibido críticas, cuestionamientos, rechazo.
¿Y entonces por qué seguimos acá?
Creo que ese video responde parte de la pregunta. Seguimos porque nos importa. Porque estamos dispuestos a incomodar. Porque estamos dispuestos a no caerle bien a todos si eso significa ser coherentes con lo que creemos. Aunque no estemos seguros. Aunque sepamos que podemos estar equivocados. Porque entendimos que el riesgo es parte del camino y decidimos correrlo.
Seguimos no por nuestros aciertos, sino por nuestras convicciones. Porque los valores —no los resultados inmediatos— son los que nos empujan hacia adelante. No es obstinación. Es perseverancia con sentido. Nace de quiénes somos y de por qué hacemos lo que hacemos.
¿Y cuál es el riesgo real?
Estar dispuestos a perderlo todo por la posibilidad de conseguirlo todo.
O, tal vez, no conseguir nada… pero tener la opción de volver a intentarlo mañana.
¿Quién tiene el veredicto final?
El tiempo. Siempre el tiempo.
Por ahora, ya van 13 años.
Y recién estamos agarrando vuelo.
Comentarios
Publicar un comentario