5 errores que no quiero que cometas
Uno de los principales objetivos de este espacio es ayudar, desde la experiencia, a quienes están emprendiendo. En estas líneas mezclo lo que he aprendido construyendo Acción, todo lo que he absorbido trabajando con la gente de 2 Brain Business, lo que he visto acompañando a otros emprendedores y el conocimiento que he recogido en los libros de negocios que llevo años estudiando. Con el tiempo he comprendido algo simple pero incómodo: cambiar es difícil. Muy difícil. Tendemos a quedarnos atrapados en nuestras “formas”, y los procesos de transformación siempre toman más tiempo del que imaginamos. Por eso, mientras antes identifiques tus errores y los aceptes, antes podrás cambiar. El primer paso siempre es reconocer que tenemos un problema.
1. Deja de perseguir sensaciones y toma control de tus números.
Uno de los errores más comunes que observo —y que he cometido múltiples veces— es emprender desde sensaciones y no desde números. Muchos creen que saber cuánto venden es suficiente, cuando en realidad el negocio se sostiene con datos mucho más profundos: ticket promedio, permanencia del cliente, márgenes, costos operacionales, inversión en marketing, costo de adquisición, ocupación, flujo de caja. Y esto no es exclusivo del mundo del fitness: da lo mismo si tienes un restaurante, un estudio de yoga o una barbería.
Si no entiendes tus números, no entiendes tu negocio. Emprender desde el instinto funciona por un tiempo, hasta que un día el negocio te pasa la cuenta. La claridad financiera no es un lujo: es la base que sostiene todo lo que quieres construir.
2. Dejar de abdicar y comenzar a delegar.
A esta falta de claridad se suma otro error recurrente: creer que estamos delegando cuando en realidad estamos abdicando. Pasa cuando, agotados, buscamos sacar tareas de encima sin haber hecho el trabajo previo de entenderlas, documentarlas y establecer estándares. En vez de delegar responsabilidad, entregamos problemas. Esperamos milagros. Y por supuesto, no funcionan.
Con el tiempo aprendí que delegar implica enseñar, acompañar, medir y guiar. Requiere trabajo, intención y liderazgo. Abdicar es escaparse; delegar es construir.
3. Deja de perseguir “objetos brillantes”.
Otra trampa es la tendencia natural a perseguir modas, tendencias, nuevos sistemas, nuevas herramientas, nuevas promesas de salvación. Lo he visto cientos de veces en centros de entrenamiento que cambian su propuesta cada seis meses buscando “lo que ahora funciona”. Y la verdad es que nada funciona si no hay claridad.
Las modas pasan, lo sólido queda.
Tu negocio no necesita que hagas de todo; necesita que hagas bien lo que realmente importa. No eres una multinacional con recursos infinitos. El valor se construye enfocándote, no dispersándote.
4. Deja de vivir ocupado.
Otro obstáculo que encuentro repetidamente —y que me sigue costando personalmente— es la obsesión con vivir ocupado. La confusión eterna entre esfuerzo y avance. Entre cansancio y progreso.
Es fácil llegar al viernes con la sensación de haber corrido todo el día, pero sin haber movido el negocio un milímetro. Llenamos semanas de “repeticiones vacías”, de acciones sin intención, de urgencias disfrazadas de importancia.
Emprender no debería ser un acto de agotamiento permanente. Necesitamos claridad, foco, dirección. El negocio progresa cuando su líder progresa. Y para progresar, hay que dejar de estar atrapado en la urgencia.
5. Págate a ti primero.
Finalmente, uno de los errores más peligrosos: olvidarte de pagarte a ti primero. Muchos emprendedores sienten culpa por priorizarse. Quieren proteger a su equipo, asegurar sueldos, sostener el proyecto… y en ese sacrificio olvidan que sin emprendedor no hay emprendimiento.
Tu negocio existe porque tú existes. Si tú caes, todo cae.
El emprendimiento no debe absorber tu vida; debe ayudarte a construir la vida que quieres, no destruirla en el proceso.
Podría seguir escribiendo otros veinte errores, pero estos son los que más veo repetirse y los que más veces yo mismo he cometido. Por eso insisto tanto en la importancia de tener un mentor, un espacio de apoyo, un círculo que te devuelva al centro cuando te estás perdiendo.
El desafío más grande del emprendedor no es la competencia, ni el mercado, ni la cantidad de trabajo: es no perder el foco.
Ese, al final, es el verdadero trabajo.
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