Delegar o abdicar

Hablar con emprendedores de manera regular te muestra puntos en común. Una frase que se repite una y otra vez es: “tengo que aprender a delegar.”
Pero con el tiempo —y sobre todo después de leer The E-Myth— me di cuenta de que lo que la mayoría entiende por “delegar” en realidad se parece mucho más a abdicar.

Abdicar:
Renunciar a algo propio, especialmente a una idea o una creencia. Usado más como intransitivo.

Cuando dices que necesitas “aprender a delegar”, en realidad estás diciendo que quieres dejar de tener que hacerlo todo. Porque si estás emprendiendo, es muy probable que hagas demasiadas cosas.
Que cada día parezca volar y, aun así, mires tu lista de pendientes y sientas que no avanzaste en nada.
Esa sensación se acumula. Los días pasan, el cansancio se instala y sabes que necesitas ayuda… pero estás atrapado en la idea de que nadie puede hacerlo como tú, que nadie se va a preocupar tanto, que nadie le va a poner el cariño que tú le pones.

Te cuento un secreto: eso es solo parcialmente cierto.

Lo escucho todo el tiempo. Emprendedores que contratan una agencia de marketing para “solucionar” su problema de marketing. Que le entregan los números del negocio a su contador. Que buscan especialistas para resolver los problemas que no entienden.
Y, claro, eso parece lógico: si no sé hacerlo, pago a alguien que sí sepa.

El problema es que, en el fondo, la responsabilidad sigue siendo tuya. No estás delegando; estás abdicando. Estás renunciando a tu responsabilidad esperando que otro la asuma por ti.

Entonces, ¿qué deberías hacer?

Efectivamente, debes aprender a delegar. Pero antes, debes entender la diferencia entre delegar y abdicar.
Delegar parte por identificar qué funciones te están consumiendo más tiempo y energía. Aquellas que ya haces bien, pero que otra persona podría realizar al 80% de tu nivel.
Tienes que aprender a aceptar un estándar mínimo y entender que delegar no es perder control: es recuperar tiempo para hacerte cargo de tus verdaderas responsabilidades.

En el mundo de los boxes de CrossFit, esto suele comenzar por delegar clases.
Y sí, puede ser cierto que nadie las haga como tú.
Pero también es cierto que no tienes procesos de marketing, ni orden en tus ventas, ni manuales de operación que expliquen cómo se deben hacer las clases.
Tu negocio vive en tu cabeza.
Y mientras sigas haciendo todo tú, no vas a tener tiempo para construirlo.

Empieza por identificar qué funciones te consumen más energía.
El primer paso es escribir, con claridad, cómo se realiza cada tarea.
Por eso es importante comenzar delegando lo que ya haces bien: porque conoces el proceso, sabes qué resultado esperas y cómo medir el éxito.
Delegar no es entregar un manual y desaparecer.
Es transferir la responsabilidad y acompañar en el proceso. Es guiar y liderar a quien se suma a tu equipo. La responsabilidad no la entregas: la compartes.

Luego, usa ese tiempo que liberaste para atender lo que tienes pendiente.
Eso que lleva meses en tu lista, que sabes que es importante pero nunca encuentras momento para hacerlo.
Y cuando logres avanzar, vuelve a repetir el proceso: delegar, liberar, avanzar.

Aquí es donde entra en juego el liderazgo.
Porque cuando delegas de verdad, ya no se trata solo de tu negocio, sino de nuestro negocio.
Ahora tienes que construir una cultura, una visión, un equipo.
Y eso requiere liderazgo.
Pero ese ya es otro tema.

¿Debes aprender a delegar?
Sí, sin duda.
Pero antes, entiende que delegar no es abdicar.

Elige una función que hoy realizas tú mismo y empieza por ahí.
Ese puede ser el primer paso para construir un negocio que dependa menos de ti y más de tu equipo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Decisiones y cambios

¿Que hago acá?

El llamado que lo cambió todo