¿Cuántas veces lo vas a intentar?

Tenemos una cantidad finita de intentos. Cada vez que lo intentamos ponemos a prueba nuestra fe en el proceso. Cada vez que fallamos, perdemos un poco de esperanza. Y llega el momento en que la pregunta pesa: ¿realmente vamos a intentarlo una vez más?

Empezar un nuevo desafío siempre trae un riesgo implícito: fallar, no lograr el objetivo. Claro, está el discurso de que la falla es aprendizaje, y es cierto que cada error nos acerca. Pero también es cierto que cada tropiezo erosiona nuestra confianza, merma el compromiso y a veces hace difícil levantarse de nuevo. ¿Cómo navegamos esta dualidad?

Hay una delgada línea entre perseverancia y obstinación. Creer en el proceso no es lo mismo que quedar atrapado en algo que no nos conduce a nada. El costo de oportunidad termina siendo lo más relevante: nuestro tiempo y nuestra atención son finitos. ¿Estamos dedicando esos recursos a lo correcto?

Ahí entra el trabajo brutal de auditar nuestras metas. Preguntarnos con honestidad: ¿lo hago por mí o para impresionar a otros? ¿Estoy atrapado en una identidad pasada? ¿Lo que busco construye a la persona que quiero ser, o solo alimenta al que solía ser? Mirarse al espejo y poner a prueba el camino duele, pero es necesario.

Porque al final, lo que hacemos es reflejo de lo que nos importa. No son nuestras palabras, son nuestros actos, es cómo distribuimos el tiempo y organizamos el día. Eso habla más claro que cualquier declaración.

Y si te cuesta accionar hacia tus objetivos, puede que la verdad sea simple: no lo quieres de verdad. Dices que sí, pero no deseas salir de tu comodidad. Y ahí la motivación no va a aparecer. No lo hagas por obligación ni para cumplir un estándar; hazlo porque lo eliges tú.

Ahora, si ya lo intentaste varias veces y no logras “intentarlo una vez más”, quizá lo que se quebró es la fe. Tanto fracaso puede minar la confianza. Y ahí la salida casi siempre es la misma: pide ayuda.

No hablo solo de terapia. Hablo de buscar a alguien que ya recorrió ese camino y pedirle apoyo. Nuestra vida no es tan especial como creemos; otros ya enfrentaron luchas similares y dejaron huellas. Usarlas no nos quita mérito, nos devuelve dirección.

Diseñar la vida que quieres mañana empieza por actuar hoy. Creer otra vez en el proceso, con claridad, con guía, con apoyo.

¿Te cuesta comenzar?

Busca ayuda. Busca coaches, mentores, guías. Recupera la inspiración. No temas pedir consejo. La vida puede ser solitaria, pero no tienes que recorrerla solo.

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