Compartirlo todo
Hasta el 2019, desarrollaba mi negocio de forma muy distinta: no compartía. No quería compartir.
Vivía hacia adentro. Estudiaba, analizaba, observaba, pero sin abrirme. Era yo contra el mundo. Estaba lo más alejado posible de la operación, escondido detrás del telón, coordinando recursos con un grupo cerrado de confianza. Sin pedir nada a nadie y sin que nadie me pidiera nada.
En 2020 pedí ayuda por primera vez. No como una súplica emocional, sino que contratando a un mentor. Pero pedir ayuda, aunque sea en forma de transacción, sigue siendo pedir ayuda. Ese fue el inicio de un cambio radical: dejar de trabajar aislado y empezar a buscar conexiones.
El trabajo con mi mentor me permitía compartir de manera regular con alguien y esta persona también compartía conmigo. Otro de los puntos es el acceso a un grupo de facebook donde muchos centros de entrenamiento comparten sus vivencias y experiencias. Se genera un equipo, lees a otros, ves por lo que pasan, aprendes de ellos, compartes tus vivencias.
Interactuar con otros me incomodaba. Porque las personas son impredecibles, porque siempre hay un riesgo en cada interacción. Pero, como en todo, con el tiempo te vuelves mejor. Y descubrí que compartir no solo transforma a los demás: también me transforma a mí.
Hoy vivo para compartir. Cada día quiero compartir más.
Si aprendo algo, si descubro algo, lo entrego.
No me quiero quedar con nada.
Tengo un grupo de mentoría con coaches para desarrollar este difícil camino, el de ser un coach transformacional, alguien que es capaz de guiar en procesos de cambio.
Participo en charlas con dueños de gimnasios para contar mi historia, para contar mis experiencias, mis errores, mis fracasos, aunque muchas veces me dé pánico.
Hago reuniones semanales con mi equipo, para guiarlos, para enseñarles herramientas de marketing y ventas que muchas veces renegué y me pusieron incómodo.
Armé un grupo de papás con los que compartimos nuestras vivencias, nuestras dificultades. Un grupo que se apoya y entrena juntos.
Mentoreo uno a uno a algunos centros de entrenamiento. Trato de ayudar en construir los sistemas que soportan un negocio sólido con propósito.
Ahora estoy abriendo un espacio de mentoría grupal, quiero compartir pero también que otros compartan. Quiero construir esos espacios de conexión.
Veo tan valioso el compartir que ahora estoy tratando de llegar a emprendedores, ya no sólo quedarme en el mundo del fitness, sino poder compartir con otros rubros, con otros tipos de emprendedores.
Me reúno cada semana con alguien para ofrecerle una mirada externa y una mano. Me propongo semana a semana al menos regalar una conversación significativa, una conversación donde mi único propósito sea entregar.
Hacer todo solo te vuelve ciego. Te encierra en tu cabeza. Te atrapa en tus ideas.
Hoy sé que compartir es el camino. Que los caminos compartidos pesan menos y llegan más lejos.
Por eso mi invitación no es solo que pidas ayuda, sino que la des. Que compartas lo que sabes, lo que tienes, lo que has vivido. Que salgas de ese aislamiento y estires la mano.
Cuando uno enseña, dos aprenden.
Si buscas ese intercambio en cada interacción, descubrirás que compartir puede ser la forma más poderosa de desarrollarte. Entregar sin esperar nada a cambio. Sólo compartir por la posibilidad de ayudar a otros y aprender en el camino.
Si necesitas ayuda. Estoy a un click de distancia.
Gracias Daniel! Dejas un lindo impato en mucha gente, puedo decir como parte de ellos que me has orientado en mejorar varios aspectos de mi vida.
ResponderEliminar