La verdad

La verdad. Un concepto que pareciera concreto, sólido y tangible. Lo cierto es que la verdad es subjetiva, depende del observador, existe muchas verdades, algunas certezas. Creo que vivimos buscándola, tratando de entenderla. Tratamos de encontrar la verdad pero cuesta la vida encontrarla. En ocasiones vivimos engañados por verdades a medias o simplemente verdades se nos derrumban con el tiempo. Lo cierto es que todo cambia y muchas veces aquello que parecía verdad se desvanece, se pierde, se extingue con el paso del tiempo. La verdad pareciera en ocasiones ser un punto en el tiempo o incluso una característica personal. Tu verdad, como algo propio. Así como la verdad es algo tan personal, su antónimo también lo es. La mentira, esas mentiras que nos decimos, esas cosas que omitimos, esas promesas falsas que mantenemos en nuestra cabeza, por el sólo hecho de sentirnos mejor, como una forma de justificar nuestro actuar, como una manera de lidiar con nuestra consistencia. Vivimos atrapados entre estos dos conceptos. No decir mentiras, decirnos la verdad. Todo termina siendo parte de como entendemos nuestro entorno, como tratamos de darle forma a nuestra vida, a nuestras vivencias, a nuestra historia. La historia que forja nuestro día a día, que nos define. ¿Somo un constructo de verdades y mentiras?

¿Entonces cual es mi verdad? Quiero usar estas líneas para escribir un poco de mi verdad. Sincerarme de cierta manera. Dejarlo por escrito de manera de no poder mentirme. Acá podemos entrar a un mundo gris. La mentira. Puede que tenga ocasiones en las que son necesarias, creo que cumplen un rol en nuestra vida. Pero es importante entender que la mentira a uno mismo, es a mi parecer, la más aberrante de las mentiras. Es la que nos puede hundir, la usamos muchas veces para protegernos, para evitarnos el dolor. Pero debemos entender que enfrentarnos a nosotros mismos es una obligación, es la manera como crecemos, es la forma como cambiamos.

¿La verdad?

La verdad es que me cuestiono mucho el porqué escribo estas líneas, pero más me cuestiono el publicarlas. Se que el ejercicio de escribirlas se siente bien. Pero compartirlas muchas veces no se siente tan bien. Me hace sentir expuesto y en ocasiones me parece un acto narcisista. ¿Qué tan importante puede ser lo que escriba que a otros le pueda parecer interesante? Me pasa con lo que escribo, lo que publico en IG, esta faceta que he tratado de adoptar el último tiempo que tiene esa búsqueda de los likes, los comentarios, las interacciones. Me dan pudor y muchas veces me hacen sentir ignorado. Creo que ahí radica mi principal verdad, o mentira, me duele sentirme ignorado, sentirme irrelevante. Si no lo publico deja de tener importancia lo que digan los otros. Al publicarlo les doy poder de opinar, de decir lo que creen de lo que pienso. Esa sensación es la que trato de evitar. Ese es el daño que busco evitar pero que conscientemente trato de exponerme a. Sentirme vulnerable, exponerme a ser vulnerable. No me gusta como se siente, pero es necesario. Creo que es necesario, al menos esa es mi verdad.

Llevo 12 años dedicándome a la actividad física, al deporte y muchas veces me cuestiono dónde estoy parado. Existen muchos que buscan consejo en mi y me dedico ciertamente a aconsejar personas. Busco día a día el ayudar a personas, en distintos ámbitos. Mis motivaciones son indudablemente nobles, quiero ayudar, pero me siento en ocasiones perdiendo el tiempo, o mejor dicho, me cuestiono el uso de mi tiempo. Por más que intento me siento irrelevante, siento que mis esfuerzos son vacíos, que mis intentos son en vano. Hablo de querer cambiar el mundo, pero no logro ni mover la superficie. Lo cierto es que no estoy seguro. No tengo la certeza. Dudo constantemente de mi, del camino, de si estoy haciendo lo correcto. ¿Era lo correcto volcar mi vida a este proyecto con el riesgo que significa? ¿Estoy dedicando mi vida a lago que realmente vale la pena? ¿Es esto sólo moverse y no es tan importante, no es tan relevante? La verdad es que no estoy seguro.

Así pasamos al papel de líder que decidí tomar hace ya algunos años. Si de ser brutalmente honestos se trata, debo decirlo, quiero esa posición. He aprendido con el tiempo que es un papel ingrato, que es muchas veces doloroso, pero debo reconocer que lo quiero. Aquí vivo constátenme en el síndrome del impostor, en este lugar me siento más incómodo que en ninguno. A veces me agobia, me cuestiono porque estoy haciendome esto, porqué quiero cargar con esta responsabilidad. Vienen a mi por consejos, buscan en mi que les indique el camino. Yo estoy tratando de descifrarlo y mientras lo trato de entender busco guiarlos. ¿Estoy equivocado? ¿Porqué deberían seguir mi consejo?¿A quien le puede importar tu opinión? Siguen las dudas, siguen los cuestionamientos internos. La lucha entre la verdad y la mentira. Pero esa lucha es interna, es la que yo decido pelear. En ese entramado debo lograr identificar, cual es mi verdad, que es una mentira. No permitir la mayor de las mentiras, las que me digo a mi mismo.

¿Cuál es mi verdad?

Creo que de nada estoy seguro y que cada día trato de buscar la certeza. La única certeza que encuentro es que tengo mis dudas. La vida se debe resumir en eso, en una búsqueda constante de certezas inexistentes y de interpretaciones del entorno. Vivimos en un mismo espacio, en un mismo tiempo, pero entendemos el entorno de maneras distitnas.

¿A que apunto con estas líneas?

Busca tu verdad y enfrenta tus mentiras. Y no te preocupes, te aseguro que irán cambiando en el tiempo. Pero todo va a estar bien.  

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