Otro proyecto cierra sus puertas

Una de las ventajas que da el paso del tiempo es la perspectiva. Te permite ser un espectador de la historia, te permite ver como el tiempo va modificando el paisaje. En el mundo del fitness, en estos 12 años, he visto cambios, pero nada tan radical, lo que si he visto mucho es la apertura y cierre de centros de entrenamiento, muchos boxes de CrossFit. Algunos afiliados a la marca, otros no. Algunos con grandes espacios, otros más boutique. Algunos con foco en atletas, otros con foco en la comunidad., otros sin foco alguno. Todos con mucha pasión, mucha.

Cada vez que se cierra un centro de entrenamiento, se pierde un espacio que promueve el movimiento, que busca ayudar a las personas a mantenerse en movimiento. Cada vez que se cierran las puertas de un centro de entrenamiento se pierde un espacio de unión, un espacio de conexión. Se pierde parte de algo fundamental de nuestra sociedad, que pocos logran ver. La mayoría no cierra por problemas de alumnos o falta de equipo. No cierran porque dejen de creer en lo que hacen. La mayoría simplemente se cansa, se abruma, ya no quiere más, se siente quemado. Quemado de hacer todo, por todos, todo el tiempo. Cuando llega ese momento ya es demasiado tarde, ya el sueño se apagó.

Cuando cierra un centro de entrenamiento se pierde una comunidad, se pierden los hábitos, pierde la salud de todos. Algunos encontrarán otro box. Otros decidirán cambiarse de disciplina y muchos dejarán de moverse. Simplemente será la fricción necesaria para devolverlos al sillón, para dejarlos nuevamente viendo Netflix y bajando la carga del día a día. Es más fácil, después del trabajo, irse a casa, a descansar. De a poco la energía baja, las ganas bajan. Y seguimos perdiendo la batalla contra el sedentarismo. Seguimos perdiendo en esta lucha contra nuestra propia comodidad.

A mediados del 2020 escribí la carta de despedida del proyecto Acción. Sentía que se acababa, que el sueño se terminaba. Estaba en medio de la pandemia y ya no quería más. Me sentía agobiado. Gran parte de mi equipo me había dado la espalda. Parte de la comunidad que habíamos formado hacía lo mismo. Me sentía agotado, fundido. Todo se veía gris. Escribí esa carta como una especie de terapia, una manera de auditar mis emociones, entender que era lo que quería realmente. Tuve una reunión con mi mentor. Conversamos el tema y pusimos un plan en marcha. En ese momento decidí sacar el proyecto adelante. Volver a ponerme de pie. ¿Por qué? 

Cada una de las razones que escribí más arriba. Necesitamos estos espacios. Cada vez que se cierra uno de estos espacios y da paso a una nueva automotora, a una nueva farmacia, a un nuevo strip center, perdemos lentamente la batalla. No lo hice por los que me dieron la espalda, lo hice por los que querían ayudarme y creían en el proyecto de Acción, los que veían un espacio de salud, de bienestar, de conexiones. Cuando entendí mis motivaciones, lo segundo que hice fue hablar con mi mentor, elaborar un plan, definir métricas de éxito y luego ponerme a trabajar. Con un horizonte claro, con un equipo y con el apoyo necesario.

Cada vez que cierra un box es alguien que no fue capaz de pedir ayuda. 

Cada vez que cierra un box es un dueño que simplemente trató de hacer mucho, para todos y nada para él. 

No cerremos más boxes, pidamos ayuda, conectemos y entendamos que estamos todos juntos en esto.

No esperes a estar "quemado", fundido, es el momento de pedir ayuda. 

Por tu comunidad, por tu proyecto, por tus sueños.

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