Aprender a pedir ayuda

¿Por qué a veces resulta tan difícil pedir ayuda? 

En lo personal no me gusta pedir ayuda, a veces siento que es una señal de debilidad, de que no me la puedo. Pero lo cierto es que muchas veces no me la puedo y es genial sentir el apoyo y ayuda de otros. Sobre todo cuando las cosas se ponen muy difícil, cuando todo pareciera tan difícil. Con el tiempo, aprendiendo a liderar el proyecto de Acción, he tenido que aprender a pedir ayuda, he tenido que aprender a dejar mi EGO de lado y aceptar que no me la puedo solo, entender que no me la puedo solo y que eso está bien. Eso simplemente me hace más humano.

Tengo mi red de apoyo que cuido y mantengo. Se que no estoy solo y que cuento con ellos. Tengo hace más de 4 años a un mentor que me acompaña en el desarrollo del proyecto. Es alguien a quien admiro y que me ayuda a resolver parte de los problemas profesionales que se me presentan. Tengo a una compañera de vida que constantemente me ayuda a encontrar el camino cuando me pierdo. Que me enseña día a día a pedir ayuda y la que me ha ayudado a levantarme las veces que ha sido necesario. Tengo la perspectiva constante de ver a mis hijas crecer y darme cuenta que si ellas están bien, todo está bien. A esa red se que sumo otras personas que están ahí cuando las necesito, que si tengo que estirar mi mano a pedir ayuda puedo contar con ellas.

Creo que con el tiempo he aprendido a ser más vulnerable, a ser más humano y entender de que todos necesitamos de una ayuda. Creo que el proyecto de Acción en gran medida se trata de eso. El vivir mejor, el estar mejor, el cuidarnos, son todas tareas más fáciles de desarrollar cuando las hacemos en equipo, cuando nos comprometemos todos juntos, cuando sentimos que no estamos solos. Creo que Acción me ayuda día a día y su comunidad me mantiene aprendiendo a ser parte de un colectivo, de un trabajo en conjunto, donde pedir ayuda es parte de las razones por las que estamos en comunidad.

¿Pero porqué es tan difícil si pareciera que está bien?. No hay que confundir el pedir ayuda con no hacernos cargo. Creo que aquí recae la delgada línea que debemos no perder de vista. Todos debemos enfrentar nuestros problemas y hacernos cargo de nuestros desafíos, pero no debemos perder de vista que no estamos solos. Enfrentar cada desafío nos enseña, nos fortalece, pero no debemos dejar que nos destruya y ahí es dónde nace la importancia de entender la compañía, el apoyo, la ayuda. En esos momentos es fundamental.

En los últimos años, sobre todo, me ha tocado conversar con grandes personas sumidas en procesos muy duros, que no logran salir y por más que les he tendido una mano no aceptan la ayuda y los veo lentamente hundirse. Me cuesta tanto ser un espectador de esto, quiero ayudarlos, pero me doy cuenta que no puedo. Que para poder ayudar a alguien es necesario que esa persona abra sus puertas y quiera aceptar la ayuda, y a veces simplemente no estamos listos aún o al parecer debemos tocar fondo para volver a levantarnos.

Ya no se a que apunto hoy con estas líneas. Creo que nacen de la impotencia de no poder ayudar a todos, a veces me gustaría ser más útil, poder ayudar más. Veo personas que luchan día a día con sus demonios en sus cabezas. Que luchan con infiernos que se desarrollan entre sus oídos y nos son capaces de ver todo lo bueno que los rodea, me frustra la situación y quiero ayudarlos. Quiero poder entregarles herramientas que los puedan ayudar a superar esos difíciles momentos. Pero al final son esos difíciles momentos los que nos enseñan, y para salir de ellos debemos entender que necesitamos ayuda.

Todos necesitamos ayuda en algún momento, los momentos difíciles son nuestros mejores maestros, hay que enfrentarlos, pero no es necesario hacerlo solo.  

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