De la intensidad y el mindfulness

En el último tiempo se han puesto cada vez más de moda los entrenamientos de intensidad. La ciencia  nos muestra los beneficios físicos que entrega y con el tiempo las mismas indicaciones de actividad física han ido cambiando. Ahora hay tipos de actividad, incluyendo la intensidad como una variable. No es lo mismo salir a caminar o usar la bicicleta como medio de transporte a lo que es un entrenamiento con intencionalidad e intensidad. Que no se mal entienda, el caminar y usar la bicicleta tiene maravillosos beneficios, simplemente no son los mismos. 

A la hora de hablar de intensidad es esencial entender que esta es relativa a quien ejecuta el movimiento. Eso rápidamente nos lleva a que una caminata puede terminar siendo una actividad física de alta intensidad para una persona con problemas motrices o que lleve mucho tiempo sedentario. En lo personal, veo a la intensidad como un gran aliado, como parte de el stress que necesita nuestro cuerpo para desarrollarse y lograr su mejor versión. Pero también se que tiene sus peligros y que debo ser muy cuidadoso en su uso.

Ahora, cuando hablamos de intensidad nos quedamos muchas veces en los beneficios físicos, pero hoy quiero reparar en los beneficios respecto a la salud mental y como, en mi experiencia el Crossfit, me ha permitido mantener un excelente equilibrio entre salud física y mental.

Para todos los que conozcan un poco de meditación y mindfulness los conceptos que voy a abordar serán familiares. Para los que no, me paso a explicar. Las prácticas de meditación y mindfulness buscan ayudarnos a aprender a regular nuestras emociones y también nuestros pensamiento (como funciona nuestra cabeza). Mediante técnicas que te enseñan a estar presente en el momento buscamos identificar nuestros pensamientos y de cierta forma, ser capaces de elegir cuales consideramos. Respecto al mindfulness, se trata mucho de ser capaces de estar presente, es decir que tu atención esté en el momento y que tu cabeza no se ponga a divagar (mantener el foco).

Aquellos que me conocen saben que hablo mucho, porque no decirlo, a veces demasiado. Lamentablemente eso también sucede en mi cabeza, todo el día. Es una de las razones por las cuales comencé a escribir. La práctica deportiva, pero esencialmente la practica de alta intensidad es un descanso consiente para mi mente. Cada vez que me enfrento a un entrenamiento de alta intensidad disfruto de estar en el momento. Es cierto que muchas veces "duele" (lo dejo entrecomillas porque la sensación es más incomodidad que dolor) pero esa incomodidad me hace estar consiente y presente en el momento. Según la duración del entrenamiento, se que voy a estar con mi mente tratando de completar la tarea, 100% enfocado, 100% en el momento. Por el tiempo que dura el WOD (entrenamiento del día) me libero de preocupaciones, me alejo de todo aquello que no puedo controlar y me aboco a la tarea, a completar lo que tengo enfrente sin distracciones. La sensación de "descanso" que eso genera en mi cabeza para mi es maravilloso. Por unos minutos la voz se termina. No pienso en todo lo que tengo que terminar, no puedo pensar en todas mis responsabilidades, no tengo tiempo de pre ocuparme y uso toda mi atención para hacer los mejor posible en la tarea encomendada, en ocuparme. Para mi, con el tiempo, esto se ha vuelto 100% terapéutico. 

Mi curiosidad por querer entender mejor como funcionamos me ha llevado a involucrarme más con conceptos de salud mental y midfulness. He logrado entender más acerca de esto y sólo en el último tiempo me he dado cuenta de lo importante que es para mi este "descanso" diario de mis pensamientos. Se me ha hecho más evidente por los tipos de entrenamiento. No observo el mismo beneficio cuando salgo a correr a un ritmo constante. El hacer pesas tampoco me entrega este beneficio, por lo general me pasa todo lo contrario. Esto sólo se hace presente cuando llevo el entrenamiento a conceptos de alta intensidad, dónde realmente se hace muy difícil pensar en algo que no sea completar la tarea, seguir respirando y no pensar en la incomodidad que sentimos.

Llevo un par de semanas lesionado, una rebelde lesión a la espalda que no me permite moverme mucho. Los últimos días he hecho un poco de bicicleta, porque me hace bien para la lesión, pero manteniendo la intensidad baja. Debo decir que ha afectado de manera considerable mi estado de ánimo. El día de ayer finalmente me empecé a sentir mejor. Decidí hacer algo por mi cabeza. Un entrenamiento intenso, de esos que te sacan el aire. Pese a que no logré moverme lo rápido que me gustaría, pude llevar mi cuerpo a ese punto dónde se enfoca en la tarea y sólo sigue adelante. La sensación al terminar la tarea fue maravillosa. Mi cuerpo hizo el trabajo, mi mente descansó y finalicé con una sonrisa.

En este mundo que sataniza el stress y que lo sindica como uno de los principales culpables de tantos males, yo sigo en mi lucha de defender su utilidad. De creer que la exposición constante a niveles adecuados de estrés nos lleva a nuestra mejor versión y que aún no somos capaces de entender cuantos beneficios nos trae. A seguir cuidándonos y disfrutando del viaje.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Hombres de Acción

La luz del faro

El relato de una tragedia