De altos y bajos
Es difícil no percibir la mejora en estos momentos. Pareciera abrumadoramente obvio. El país completo está funcionando con relativa normalidad, se termina el toque de queda, cada vez vemos más personas que retoman sus hábitos y sus vidas se parecen un poco a lo que era antes del COVID. Los contagios siguen bastante controlados y se mantiene un proceso de vacunación con relativo éxito y muy buena cobertura.
Mi día a día transcurre con relativa mejora también, al menos puedo trabajar todos los días y ya van 3 meses de eso. Trabajo constantemente en sacar distintos proyectos adelante y tengo la suerte de compartir a diario lindos momentos con personas que me llenan de cariño y buena onda. Ya sea lo lindo que es ver las clases de Senior, clases enfocadas en adultos mayores que me llenan de alegría o cuando me toca impartir clases de CrossFit. Hora en la que me enfoco al 100% en ayudar a otros y busco conectar con cada alumno para traspasarle lo importante de la actividad física. Son momentos maravillosos y porque no decirlo, momentos que temí no volver a disfrutar.
Aquellos que me ven desde afuera se acercan con una sonrisa a felicitarme. Con cara de alivio se acercan a compartir su alegría de que todo lo malo ya pasó, sin tener idea como detrás de todos esto aún hay muchísimas dificultades. Es cierto que ya estamos funcionando, pero también es cierto que el cerro de deudas y problemas que acarreamos aún no sabemos si seremos capaz de superarlos. Mi día se mezcla en ese agridulce. En la felicidad que me entrega disfrutar de lo que amo, de aquello que me apasiona y con el miedo que siento con cada nuevo golpe que aparece a recordarme todo el daño que nos ha hecho la pandemia como proyecto. Aún lucho con cuestionarme si está bien seguir adelante. A veces simplemente sucumbo ante la desesperación de no querer seguir aguantando más incomodidad, más dolor. Porque la verdad duele, duele muchísimo.
Hay días en que simplemente ya no se que hacer. Trato de seguir adelante, trato de no pensar en tantas cosas que tengo que enfrentar. A veces no quiero, o simplemente no puedo.
Sigo sin tener claridad dónde terminará todo esto. No se aún si mis proyectos sobrevivirán a tanto golpe y me complica los días que me llena la desesperanza. No queda más que respirar y seguir intentándolo. Aunque me siento ya un poco agotado de tanto subir y bajar. De la falta de control, de no encontrar salida.
Paro un segundo y veo a muchas sonrisas, veo a mis hijas felices, veo a algunos que siguen ahí a pesar de los golpes. No estoy solo.
A veces hay que buscar las fuerzas para seguir luchando, tengo miles de razones por las que seguir.
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