¿Y si estoy equivocado?
¿Y si estoy equivocado? Esta pregunta ronda mi cabeza día a día. Pareciera casi un "mantra" con el que enfrento cada situación. Siempre con la duda, siempre manteniendo esa incertidumbre de no saber si la decisión es la correcta. Este manto de duda que me acompaña en lo cotidiano siempre me ha parecido una debilidad, una forma de pseudo protegerme de un inminente fallo. Si no había certeza en mi decisión en realidad no fallé 100%, me tincaba que podía pasar algo negativo. De cierta forma es una manera de proteger mi propio Ego.
Lo curioso es que pese a molestarme ese constante manto de duda también logra mantener un sano cuestionamiento de mis convicciones, si algo he aprendido, es que esa pregunta en la mayoría de los casos la respuesta es afirmativa, efectivamente estaba equivocado.
Después de un año dónde he pasado por más bajos que altos, dónde los errores han estado a la orden del día logro no perder el entusiasmo y veo esa pregunta como una linda compañera. Me sigo preguntando si estoy equivocado, por lo general lo estoy, reviso mis convicciones y vuelvo a intentarlo, hasta que eventualmente pareciera que voy por el camino correcto, ¿o no? Hago un recuento de los caminos que he tomado y como muchas de las decisiones en su momento parecían correctas hoy en día parecen simples malas elecciones, parte de un constante intentar e intentar.
Me ha costado esta etapa. No recuerdo un tiempo dónde sintiera que estaba equivocado tantas veces. Dónde pudiera acumular tantos errores en mis decisiones, dónde tuviese que ajustar mis preceptos una y otra vez. Aún así sigo intentándolo y veo con alegría la posibilidad de intentarlo cada día una vez más. En eso me sigo sintiendo afortunado. Tener la posibilidad de seguir intentándolo, tener la suerte de poder probar una y otra vez si el camino es o no el correcto. Enmendar el rumbo, para darnos cuenta nuevamente que estamos equivocados.
Creo firmemente que todo lo que hoy me parece correcto mañana puede que no lo sea. Miro con recelo aquellos que juzgan y gritan a los cuatro vientos sus convicciones, no puedo de dejar de preguntarme si esas declaraciones volverán pronto a devolverlos a la realidad. Lo cierto es que no hay certeza, que no hay seguridad, sólo hay nuevas oportunidades. Me gusta sentir que cada día es una nueva oportunidad, intentarlo nuevamente, aprender de lo que no era y volver a plantear hipótesis que nos puedan acercar a lo que queremos conseguir.
Una y otra vez.
¿Y si estoy equivocado?
Mañana lo intentaremos nuevamente.
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