La caída de un equipo
A veces se trata de volcar lo que uno siente, tomarse un tiempo, respirar y dejar salir. Son meses que han traído nuevas perspectivas, que nos han enseñado mucho y que también nos han quitado cosas. Certezas falsas, ideas o simplemente se ha llevado ilusiones, que al poner a prueba, cuando llegan los momentos difíciles y se realizan las pruebas "ácidas", nos damos cuenta que no eran lo que creíamos.
Desde los inicios me propuse algunas metas en lo que respecta al proyecto de Acción. Una de esas, que a mi parecer era de las más importantes, hacía referencia a lograr la tan ansiada meritocracia. Que el esfuerzo de las personas que trabajaban en el proyecto les permitiera recibir una remuneración acorde para disfrutar de su trabajo. Siempre hablamos, en la interna, del sueldo emocional. Lo importante que era la conexión con nuestro trabajo, el propósito de este.
Como buena PYME, no se si en todas se da lo mismo, comenzamos pagando lo mínimo, luchando por ser rentables. Sin posibilidad de pagar sueldos formales, sin posibilidades de hacernos cargo de contratos de trabajo. Lo que ganábamos iba directo a re inversión, a mejorar nuestras instalaciones, a potenciar el equipo de trabajo y a mejorar las condiciones de trabajo. Lentamente el proyecto fue creciendo y fuimos cumpliendo hitos. Las remuneraciones crecían año a año, el equipo crecía . Al segundo año de trabajo tuvimos la posibilidad de "profesionalizar" nuestro proyecto y empezar a contratar a gran parte del equipo. Empezamos a armar sistemas, que nos permitieran desarrollar mejor el proyecto. A medida que fuimos creciendo también incorporamos estructuras, fuimos armando un equipo que diera soporte a lo que queríamos lograr y fuimos generando beneficios que hicieran del lugar de trabajo un lugar acogedor.
Con esto aparecieron distintas iniciativas. Desayunos para los que entraban a las primeras clases del día, fruta para colaciones de todo el equipo, bonos de remuneración, proyectos adicionales que mejoraban la remuneración, apoyo en cursos y estudios. De a poco parecía que nos transformábamos en una empresa. En una organización seria, pero que siempre buscaba cuidar el propósito y las personas.
En el camino contraté una persona encargada de las personas. Alguien que ayudara en el desarrollo del equipo, con tantas responsabilidades y un equipo tan numeroso, se me hacía imposible seguir solo a cargo de algo tan importante (que veía como un pilar fundamental). Quería que el proyecto girara en torno a las personas a cuidar de mi equipo de trabajo. Fuimos buscando mejorar en las evaluaciones de desempeño. Buscamos encontrar las formas de mantener a todos motivados, a todos comprometidos con este lindo proyecto. Desde afuera parecía que todo funcionaba e incluso que todo iba mejorando. No obstante nos fuimos llenando de los vicios que se ven en las grandes empresas. Seguíamos siendo una PYME pero lentamente nos llenábamos de malas prácticas.
Empezamos a notar que muchos se frustraban por falta de claridad de un plan de carrera. Un sistema que fuera entregándoles distintos pasos, que en el tiempo fuera mejorando su remuneración. Fuimos notando el cansancio y el desgaste de largas jornadas de trabajo. De cierta forma vimos como a muchos el "sueldo emocional", se les iba diluyendo y el sueldo tangible no era suficiente.
Cuando mirábamos hacia atrás, todo lo que habíamos avanzado, parecía lógico que todos se sintieran mejor, que fueran capaces de vislumbrar el avance. Pero por algún motivo esto se diluye en el tiempo y tu estado actual puede sentirse peor, pese a que las condiciones parecieran mejores. Pero todo queda en el plano de "como nos sentimos" y por algún motivo estábamos fallando en ese aspecto.
Luego empezó a pasar un efecto, el cual ya había leído en varios libros. Aquellas piezas que te funcionaron en una etapa, al enfrentar el crecimiento, nuevas responsabilidades o una nueva empresa, simplemente dejan de calzar. Tristemente vi como algunos, con los que había comenzado el proyecto, se empezaban a desmarcar de este y perdían su posición en el equipo. Traté en más de una ocasión "salvar" a estas personas. Mantenerlas en el equipo, pero lamentablemente la incomodidad, la difícil adaptación el veloz crecimiento simplemente empezó a hacer que algunos ya no calzaran. Todo esto generó un alto desgaste en el equipo, pérdidas que fueron muy dolorosas y que muchos nunca lograron entender.
El equipo empezó a enfrentar cambios, cambios que fueron muy duros y que en muchos aspectos no supimos manejar. No fuimos capaces de medir la "moral" del equipo. De entender como fue afectando a cada uno y vimos como de apoco, pilares de nuestro equipo se iban desmoronando. Nos propusimos arreglarlo. Queríamos sacar el equipo adelante y sabíamos que había que trabajar uno a uno en sacarlos adelante. No darse por vencido y seguir tratando de salvarlos a todos.
Una y otra vez nos reuníamos tratando de encontrar los motivadores de cada uno. Buscar cual era la posición dentro del equipo que le permitiera a ese miembro brillar. Ser una parte fundamental de este engranaje, del funcionamiento y una y otra vez nos encontrábamos sin respuesta.
Finalmente llegó la pandemia y todo se desmoronó.
La pandemia trajo consigo la amplificación del descontento. Aceleró los procesos y llevó a muchos a vivir una tormenta de emociones, que repercutió de manera directa es su ánimo. En su forma de enfrentar su trabajo. Muchos se replantearon la vida, lo que estaban haciendo y en algunos casos llevó a personas a tomar decisiones apresuradas. Tal vez no apoyados en los conceptos ideales sino como una respuesta a la presión constante a la que nos veíamos sometidos.
Hoy el equipo de Acción es una cuarta parte de lo que era antes. Hemos navegado una tormenta y en el camino hemos perdido grandes personas. Grandes compañeros que dejaron plasmado su sello en nuestro trabajo, en nuestro proyecto. Muchos siguieron su camino y como toda relación intensa el quiebre está lleno de "dolores", de resentimientos.
Pese a todo, me quedo con lo aprendido. Me quedo con tantos lindos momentos que atesoramos. Me quedo con etapas maravillosas y con todo aquello que logramos. La vida decidió que era hora que algunos siguieran su camino. Otros siguen a mi lado luchando por este loco sueño. Pero no empujados por mi, impulsados por sus propias convicciones, sin promesas, sin recompensas. Sólo guiados por sus propias decisiones. De cierta forma, así debería ser siempre.
Los motivadores desaparecen con el tiempo, el dinero nunca es suficiente, los beneficios se diluyen y nuestra forma de vivir las experiencia siempre será subjetiva.
Sólo nos quedan los lindos recuerdos...
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