Del positivismo y la falta de fé

Comenzamos una vez más una nueva etapa. Volvemos a intentarlo, seguimos tratando por todos los medios superar esta crisis y evitar que nuestros sueños mueran en el camino. Indudablemente no ha sido fácil. Día tras día enfrentamos situaciones que salen de nuestro control y que parecieran parte de una sinfonía de desastres desarrollados en nuestra contra buscando vernos caer.

Después de que en las últimas semanas las comunas de Providencia y Las Condes avanzaron a fase 2 decidimos esperar un poco. En vez de ir una vez más con todo a tratar de recuperar el proyecto, en esta ocasión decidí por la cautela. ¿Porque? Tengo miedo, trabajo con miedo a las autoridades que una y otra vez nos golpean y tratan de hundirnos. Porque la verdad es que el comportamiento de las autoridades a sido, por decirlo menos, errático. Ya perdí la cuenta la cantidad de cambios de normativas a las que nos hemos visto enfrentados. Y cada uno de estos cambios responden a decisiones antojadizas, sin ningún tipo de respaldo técnico que las avale. Son simplemente desarrolladas en cuatro paredes sin tener consideración más mínima por la realidad de las situaciones que norman y sin conocer realmente o tener algún tipo de análisis sobre los alcances de estas normativas. Es triste la liviandad con la que se destruye la confianza, sin medir las consecuencias de lo que todo esto genera.

Parten los primeros días, no puedo esconder mi felicidad de ver nuevamente a los alumnos que llenan nuestros espacios de alegría. Cada uno me saluda, creo que con una sonrisa detrás de la mascarilla. Felices de poder volver a disfrutar del deporte, del CrossFit, de mantenerse en movimiento. Más de  alguno me cuenta con "vergüenza" que no hizo actividad física en este tiempo de cierre. Que lo único que quería era volver para poder moverse. Muchos me tratan de llenar de palabras de esperanza. "Esta si es la definitiva", "ya no hay vuelta atrás, esto va para adelante" y así muchos tratan de impregnarme con su positivismo. Por algún motivo no lo logro. Así como cada una de las veces que he vuelto a tratar de levantar este proyecto, cada hora que pasa siento el miedo de que nos vuelvan a cerrar.

Es difícil vivir con esa sensación. Es molesto, es incómodo. Pero es simplemente lo que vivimos.

Primer día de la apertura, vamos llegando al final del día. Y tenemos la primera visita de inspectores municipales de Providencia. Vienen a fiscalizar por una denuncia de que estábamos haciendo actividad física. Lamentablemente a esta alturas no logro contener mi rabia. No alcanzo a estar 12 horas trabajando y comienza el hostigamiento. Mientras al frente de nuestras instalaciones se encuentran 30 mesas, llenas de gente fumando y tomando. Algunos abrazados, con varios tragos de más. Cantando y gritando, sin respetar distanciamiento social. ninguna fiscalización, no hay persecución. Simplemente los fiscalizadores no les interesa y van a hostigar nuestra actividad. La que ha sido sindicada de manera completamente equivocada una y otra vez por las autoridades como un riesgo sanitario.

El día termina con más problemas. Pareciera que no terminan. Pero después de tanto tiempo me he ido acostumbrando a que muchos problemas se han ido acumulando. Cada día se destapa uno nuevo. Hay un desafío nuevo que enfrentar como consecuencia de más de un año de tratar de mantener un proyecto que no permiten funcionar.

El día termina. Estoy cansado, agotado y frustrado. Pero sonrío una última vez. Mañana tendré la posibilidad de hacer una vez más aquello que amo. Abrazo esa oportunidad a pesar de la adversidad, a pesar del dolor. Abrazo a mi familia y me preparo para intentarlo una vez más.

Esto aún no termina....

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