¿Y ahora como sigo?

Desde el comienzo de esta pandemia lucho con la decisión de volver a buscar trabajo. Lamentablemente, la realidad económica actual y, que después de 7 meses, sigamos siendo parte de los pocos rubros que no se les deja trabajar, me lleva a pensar en esto como la única alternativa. Necesito generar recursos, tengo una familia de la cual tengo su apoyo incondicional y no les puedo fallar. 

En esa lucha constante es que hace un par de semanas decidí postular a un cargo. Después de meses mirando distintas ofertas de trabajo, no lograba que ninguna me llamara la atención, la mayoría de los cargos no me calzaban con lo que quiero hacer y trabajar para las empresas que los ofrecían me interesaba menos. Finalmente encontré una oferta laboral, que pese a no llamarme tanto la atención el cargo, me interesó mucho la empresa. Finalmente sentí una conexión con mi propósito y me lancé a postular, para ver que pasaba.

Para mi sorpresa recibí el llamado a una entrevista, les interesaba conocerme. No niego que simplemente el que me eligieran generó una rica sensación. Después de todos estos meses de fracasos, de ver como todos mis proyectos se hunden, se sentía como una pequeña victoria. Incluso en el escenario de no tener claro si me interesaba el trabajo aún. Lleno de bastante nerviosismo me enfrenté a la primera entrevista, creo que la última vez que participé de un proceso de selección fue hace 8 años atrás al menos. Me preparé bastante antes de la entrevista, decidí con claridad lo que quería contar, como presentaría la información que me pareció más relevante, busqué anticipar las respuestas a las posibles preguntas más complejas y estudié la empresa (aunque ya conocía bastante de ellos)

Fue una buena primera entrevista. La conversación se dió en un tono bien agradable, pude expresar con claridad lo que quería contar y logré extraer un poco de información de lo que sería el cargo a ocupar, el cual seguía sin convencerme del todo, pero la empresa me convencía cada vez más.

Para mi sorpresa, me llamaron para una segunda entrevista. Sentí ese nuevo golpe de dopamina que me llenó de felicidad. Tenía una oportunidad más. Para esta segunda entrevista traté de buscar información de la persona con la que me reuniría. Resultaba ser uno de los fundadores de la empresa y hermano de la cara visible de este startup. Era el COO de la compañía. No levanté mucha información pero sentí que podía tener chances de conectar. Al final de cuentas, era un emprendedor, lleno de ideas y desafíos por delante y sentí que podía ser un terreno conocido.

Para mi la entrevista fue genial (al menos fue mi interpretación), había un hambre enorme de parte del COO y me sentí rápidamente identificado con esto. La conversación fue amena y por todos lados sentí que me había ido muy bien. Además me sirvió para darme cuenta que me interesaba trabajar con ellos. Se transmitían de manera clara las ganas de crecer, de lograr el propósito, de cambiar el mundo. Al final de la entrevista me dijeron que me darían una decisión en los próximos días y que el proceso llegaba hasta ese punto. Quedé muy interesado en el cargo y con esperanza de que funcionara.

Al día siguiente recibo el llamado esperado. Pero para mi sorpresa me solicitaban una última entrevista. Me pareció extraño, pero por supuesto, a esas alturas acepté sin problemas y agendamos para la semana siguiente. Acá me resultó un poco más extraño, me entrevistaría con distintos cargos dentro de la empresa, perfiles bien distintos a los que me había topado hasta ese punto. Acá cometí un error. No logré definir mi estrategia, me quedé en blanco, me sentí intimidado y no supe como enfrentar esta última etapa. La entrevista constó de 2 partes, primero eran 3 cargos de la empresa, los cuales fueron haciéndome preguntas de manera aleatoria. En ningún momento me sentí cómodo y hubo un par de preguntas que me desarmaron. Que simplemente contesté muy mal (no respondí como quería). Hasta el día de hoy las repaso en mi cabeza pensando como cresta pude equivocarme en una respuesta tan obvia. La segunda parte de la entrevista fue más relajada, pero en ningún momento logré conexión con la persona. Además que me resultó muy incomodo ser entrevistado por video conferencia sin ver a la persona del otro lado, solo escuchar su voz. Necesito poder entender y leer las reacciones. Salí de esa entrevista con la claridad de que el resultado había sido nefasto.

Como era de pensar, después de esa última etapa, no obtuve el cargo. Pero si logré entender una serie de aspectos en el proceso. Y como he aprendido de los últimos 7 años, es importante extraer los aprendizajes de cada caída.

Primero que todo, gran parte de la experiencia que he acumulado en estos últimos 7 años no se busca en el mundo laboral (cargos específicos), o al menos todavía no veo dónde aplica. En el último tiempo me ha tocado hacer de todo. He levantado proyectos de distinta índole y me he reinventado una y otra vez (finanzas, marketing, operaciones, TI y un largo etc). No logro encasillarme en un cargo, porque tampoco quiero hacerlo. Poseo habilidades en distintas áreas y me gusta desarrollar cada una de ellas. Cuando me imaginaba en un cargo fijo me resultaba muy extraño. Me gusta interactuar con las distintas áreas de una empresa y es algo que no quiero dejar de hacer. Por otro lado, amo la libertad de ir desarrollando nuevos proyectos, de dejar que la creatividad y la búsqueda constante de nuevos desafíos sea un motor en mi trabajo.

Segundo, me di cuenta que quería el trabajo. Quiero volver a sentirme útil. Han sido tantos meses de  fracasos que quiero y añoro una victoria. El sentir que podía ser parte de un equipo de trabajo y contribuir a crear algo con mi "granito de arena" lo anhelo de sobremanera. Creo que esto hace más referencia a sentirme valorado, de cierta forma esta pandemia a dañado un poco mi autoestima y he perdido parte de la confianza que me caracteriza.

Tercero, me he dado cuenta lo difícil que es conectar con el propósito de una empresa. Lo que más me apena de no quedar en el cargo es que sentía que podía seguir en la misma senda de estos últimos 7 años pero liderado por otra persona. Y pese a que me ha gustado mucho el desarrollar mis habilidades de liderazgo y que me apasiona guiar mi camino, me resultaba atractiva la posibilidad de seguir a alguien más o de ser parte de un equipo, no como el líder, sino como parte de un proyecto.

Bueno, es una puerta más que se cerró este 2020. Yo sigo acá luchando, sin muchas respuestas, pero aún con el ímpetu de que esto no ha terminado. Es impresionante como en 7 meses mi vida cambió. Seguiré buscando una empresa a la cual le pueda ser útil mi experiencia y habilidades o seguiré tratando de poner estas habilidades al servicio de mis proyectos. 

No tengo la menor idea como terminará este 2020, pero se que estará plagado de aprendizajes.


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