Aprender a emprender
El año 2014 tomo finalmente la decisión, Acción (Alianza CrossFit en ese tiempo) llevaba alrededor de 10 meses funcionando, decido dejar mi trabajo y dedicarme 100% a el proyecto. Recuerdo acercarme dónde mi jefe e informarle la decisión, a la siguiente semana, ya estaba a primera hora de la mañana, en una improvisada oficina en el galpón de Condell 1.200.
Recuerdo lo difícil de la decisión. En esos momentos mi
primera hija acababa de cumplir 4 meses de vida. Mi Sra. Estaba abocada en su
totalidad a funciones de madre y, como era independiente, no teníamos mayor
sostén económico que mi trabajo. La llamé por teléfono y le dije que no
aguantaba más mi trabajo, que necesitaba renunciar y que quería intentarlo con
el proyecto. Tenía algunos ahorros y nos lanzamos a intentarlo (no puedo
describir en estas líneas el apoyo incondicional que recibí de mi pareja en
esos momentos).
Hasta ese punto me había tratado de escapar lo posible de el
riesgo. Siempre busqué de cierta forma “asegurar” mis ingresos y evitar la
incertidumbre. Me definía como una persona aversa al riesgo y principalmente aversa
a las pérdidas. Debo confesar que me daba un miedo enorme comenzar el camino.
Pero también sentía que quería intentarlo.
Pasó el primer año, lo recuerdo con alegría, lo recuerdo
como un gran aprendizaje. Eran los primeros días de Mayo, sentado en mi
improvisada oficina. Recuerdo haber empezado a trazar un plan. Empezar a buscar
“terreno firme” dónde pisar. Empiezo a aprender a construir un camino propio y
hacer las paces con equivocarme. Empiezo a aprender a lidiar con la
frustración, a asumir que cada día estará lleno de incertidumbre pero que está lleno
de cosas que si puedo controlar. Aprender a enfrentar los problemas uno a la
vez y manejar la ansiedad. Aprender a vivir incómodo y disfrutar de esto.
Ese primer año pasaron muchas cosas. Comencé a construir un
equipo. Tracé las primeras líneas de lo que sería Acción CrossFit. Me separé de
uno de mis socios. Reinvertí todo en hacer que el proyecto siguiera creciendo. Cumplí
todas las metas de venta y aún así logré quebrar la empresa. Pero por lejos lo
más importante, logré hacer las paces con el Daniel que odia la incertidumbre y
que nunca pensó que sería capaz de hacer algo así. Ese que nunca pensó ser
capaz de vivir sin saber con cuanto contaría a final de mes. El Daniel que
temía a fracasar cada día. Aprendí a disfrutar el camino, a disfrutar de la
posibilidad de construir mi día a día y que lo que hoy no funciona, no importa,
mañana hay una revancha, hay una nueva oportunidad.
Hoy me enfrento una vez más a la incertidumbre. A la peor de
todas. Siento que volví al punto de partida. Se me acaban los ahorros y cada
proyecto que he construido en este último tiempo no ha funcionado. Los
proyectos que ya tenía, algunos murieron y otros están agonizando. El equipo
que tanto me esforcé en construir se ha ido desmoronando, peses a eso aún
cuento con el apoyo de grandes personas, a las que no se si les podré cumplir
con lo prometido. Sigo viendo con tristeza cada uno de los centros de
entrenamiento con sus puertas cerradas y se me acabaron las ideas, ya no se que hacer.
Si algo aprendí en estos 7 años es que me enamoré de
emprender, la definición lo dice, acometer y comenzar una obra, un negocio,
un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro. Quiero seguir intentándolo,
quiero seguir poniéndome a prueba y sé que fracasar es una opción y aun así
quiero vivirlo, quiero intentarlo. Se que va a doler, sé que va a ser incómodo,
pero se que va a valer la pena.
Ahora llegó el momento de respirar profundo, de volver a
pensar, de volver a construir. No se como va a terminar esto. Pero se que el
camino que he recorrido es el que quiero seguir transitando.
Vamos a seguir intentándolo, hasta que simplemente no se
pueda, una vez más.
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