Escribir con el corazón

Hace más de 10 años recuerdo como se me derrumbó todo. Tenía alrededor de 26 años, ya llevaba un par en el mundo laboral y simplemente había algo que no lograba entender. Hice lo que se suponía tenía que hacer, estudié una buena carrera, Ingeniería Civil, me esforcé, estudié harto, me compré un departamento y tenía un lindo auto. Trabajaba en una enorme multinacional, viajaba y cada día me sentía más importante en mis funciones. Tenía una larga relación, con una mujer maravillosa. Se suponía que todo estaba listo, de acá en adelante hay que solo seguir por el mismo camino, ¿pero seguir a qué?

Recuerdo en esos minutos haber mirado mi vida, a mis cortos 26 años, y simplemente quedarme en blanco. Nada de lo que había imaginado era lo que esperaba. Todo lo que había trazado como mis metas, realmente no me interesaban. Quería una buena carrera, de manera de “asegurar” mi estabilidad económica. Bajo ninguna perspectiva me sentía seguro, el dinero me alcanzaba, pero no me sobraba y menos me daba sensación de seguridad. Trabajaba muchas horas al día, para una empresa que ni siquiera entendía que hacían o porqué lo hacían. Tenía un lindo auto y departamento, la verdad, nunca me han gustado mucho los autos (no soy tuerca) y mi departamento me servía para dormir cada noche. Mi relación de pareja era maravillosa, pero no sabía hacia dónde se dirigía o si se tenía que dirigir hacia algún lado. Fueron tantos cuestionamientos al mismo tiempo, ¿por qué nunca nadie me explicó esto?

Y tuve una crisis.

Lo que sucede después tiene todos los ingredientes que puede tener una crisis. Malas decisiones (plagado de malas decisiones). Bastante de auto destrucción. Mucho cuestionamiento y abuso de sustancias. Poca claridad y una enfermedad con riesgo de muerte (suena más grave de lo que fue). Fueron varios meses de deconstruir, para literalmente, llegar un punto de decidir cambiar. Mentira, no fue así. No recuerdo haber llegado a un punto dónde decidí cambiar. Sólo recuerdo que fui “atacando” cada uno de los puntos por separado. Fui haciéndome cargo y enfrentando la vida según lo que iba sintiendo. Dejé de pensar en lo que debería hacer y fui buscando mi propio camino. Fue un largo trayecto, pero también siento que desde ahí comienza una etapa maravillosa de la vida. Llena de desafíos y plagada de crecimiento personal.

Hoy en día miro hacia atrás y pienso en esos momentos como el conflicto necesario que me trajo hasta este punto. Entiendo como nada de lo que soy hoy sería posible sin esa crisis, sin esos difíciles momentos que fueron armando mi carácter. Que definieron quien soy y como enfrento la vida. Pero más que apuntar a lo obvio. Creo que lo que escribí en estas últimas líneas lo he leído una y mil veces a lo que a punto principalmente es lo siguiente.

No dejes de buscar tu propósito, de cuestionar tu realidad y las decisiones que tomas. Nunca te conformes con lo que tienes, siempre busca más. Desafía lo que crees correcto y date cuenta de que la felicidad no está en la meta, sino que en el camino que recorres. Nunca se está muy viejo para cambiar, siempre se puede cambiar la dirección y no tengas miedo de cambiar. Si te diste cuenta de que ibas por el camino equivocado, no importa, elige uno nuevo. En serio, no pasa nada. Vuelve a estudiar, vuelve a aprender y vuelve a equivocarte. Enfrenta los conflictos y fortalécete de cada batalla, ya sea que ganes o pierdas. No dejes de luchar por lo que crees y sorpréndete de todo lo que eres capaz de lograr. No existe tu potencial, tu defines tu potencial, tu defines lo que puedes lograr. Es tu vida, vívela como te plazca, pero vívela.

Hoy dejo que mi corazón defina mis metas y que mi cabeza trace el camino.

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