Como he aprendido a meditar o como lo sigo haciendo.
Voy a ser bien honesto. Estoy escribiendo de un tema que no domino y que por años me pareció una tontera. No soy un monje budista ni aspiro serlo. Por otro lado, esta era una práctica que no lograba comprender. No conseguía entender dónde estaba el beneficio de quedarse sentado sin hacer nada por varios minutos. En la vida acelerada que vivimos, como el gastar tiempo en algo que a simple vista se ve muy improductivo podía ser de ayuda en mi vida. Punto aparte es toda la cosa “pachamamica” y esotérica de la meditación. Que por supuesto dada mi poca cercanía a temas espirituales la hacía menos interesante.
A pesar de todo esto, a fines del 2019 decido intentarlo.
Principalmente porque ya me había cansado de leer por muchos lados los
beneficios. Constantemente en distintas biografías que leía y artículos aparecía
esta práctica como un “must” para aquellas personas que buscan un mayor
equilibrio y ser más productivas. Acá es el punto dónde me llama la atención. ¿Puedo
lograr ser más productivo sin hacer nada? Creo que fue más mi curiosidad la que
me llevó a intentarlo.
Mis únicos acercamientos a la meditación, antes del proceso
que inicié a fines del 2019, era a través del yoga. Durante un año hice yoga
todos los miércoles en la mañana. Recuerdo como la clase terminaba con 10
minutos de meditación, el cual siempre utilicé para pensar en todas las cosas
que no estaba haciendo. Me pedían que me quedara 10 minutos en silencio y mi
mente hacía lo que el parecía lógico, comenzar a organizar el tiempo que venía,
para recuperar esos 10 minutos perdidos. De a poco fui saliendo antes de la
clase hasta que recuerdo llegar un punto dónde me saltaba los 10 minutos de
meditación. Me parecían una pérdida de tiempo.
Ahora en este segundo intento iba a buscar derribar mis
prejuicios y darle una oportunidad a este extraño hábito. Comencé con una app,
Headspace. Me pareció que podía ser una buena idea buscar ayuda, y dado que no
estaba dispuesto a mudarme al tibet y usar togas, pensé en una app como un buen
punto de partida. Sentí que el compromiso no era tanto y me encontré con que esta
aplicación la recomendaban en variados portales.
La app funciona de manera bien simple en una primera etapa,
comienzas con el curso básico de meditación. En las primeras sesiones tienes
algunas animaciones que te guían y buscan que vayas comprendiendo mejor de que
trata y lo que tienes que buscar. Me pareció bastante interesante ya que me
permitió ir entendiendo algunos conceptos que en mi proceso del yoga nadie me
explicó. Que meditar no se trata realmente de “poner la mente en blanco”, que
lo que buscamos es ser capaces de ordenar nuestros pensamientos, que podemos
estar más consientes de nuestras emociones y un largo etcétera. La verdad me
fui dando cuenta que mi concepción de la meditación era completamente errada.
Al pasar a la meditación, las primeras sesiones duraban 3
minutos y la verdad se me hacían eternos. No paraba de abrir los ojos esperando
que terminara. Me costaba mucho calmar mi mente y sacar de mi cabeza los
pensamientos de cosas que “debía estar haciendo”. En esta primera etapa la
verdad que sólo sentí más frustración. No lograba ver beneficios y mi
constancia dejaba mucho que desear. Lograba con suerte 3 días a la semana
meditar por entre 3-5 minutos en el día y por lo general lo trataba de hacer “corriendo”.
Me demoré bastante en terminar el primero módulo básico. Ya a fines de Febrero,
llevaba alrededor de 3 meses intentándolo, decido cambiar el enfoque. Decido
darle un tiempo al final del día, antes de ir a dormir para meditar y ver si de
esa forma lograba mejorar también mi forma de dormir (aunque nunca he tenido
problemas en este apartado). Logré dejar de hacerlo corriendo, pero enfrenté
dos problemas. Primero, al ser al final del día, había algunos días que sólo
quería irme a dormir, por lo que no lo lograba, y segundo, que las sesiones
duraban 10 minutos, se me hacían eternas.
Luego vino la pandemia y todos mis hábitos se fueron al
carajo. Por supuesto uno que no estaba disfrutando mucho y recién incorporando
rápidamente se fue a la basura.
Creo que después de más de un mes de pandemia y viendo como muchos de los conceptos que sentía estaba viviendo se podían manejar de mejor forma con la meditación decidí comenzar nuevamente. Fue bastante difícil la verdad el retomar. Sentía que de la primera etapa había logrado algunos avances, pero volver a empezar, con sesiones de 10 minutos, se hizo muy difícil en una primera etapa. La principal diferencia que logré en esta segunda etapa, la constancia, empecé a realizarlo de lunes a viernes. Por otro lado, ya no era al final del día. Aprovechaba de hacerlo antes de irme a acostar, pero nunca tan tarde. Pasaron las semanas y el hábito fue tomando cada vez más sentido. Luego, como una forma de reforzar más la práctica, comencé a realizarlo junto a mi hija, Sofía, ella tiene 6 años y pese a no entender mucho de que trata todo esto, lo hace feliz y le ayuda a quedarse dormida cada día. Por otro lado, nos da un momento juntos que ella espera cada día. Lo que me hizo querer más el proceso.
Así ya han pasado varios meses, actualmente espero con
ansias el momento del día para meditar. Es un momento de tranquilidad y para mi
bienestar. Siento que es una inversión de tiempo para estar mejor, para
afrontar de mejor forma mi día y mis obligaciones. Son sólo 10 minutos que
dedico cada día en mí, en estar mejor y poder vivir mejor. Pero ¿qué beneficios
concretos me ha traído?
He mejorado la capacidad de “ordenar” mis pensamientos.
Cosas que me preocupan pero que no puedo controlar, encuentro la forma de “sacarlas
de mi cabeza”. Soy más consciente de vivir en el presente. De disfrutar
momentos importantes con el foco necesario. Ordeno con más claridad mis ideas y
logro un par de momentos de relajo consciente a través del día. Creo que, si
resumo, el principal beneficio que me ha entregado es estar más consciente
(awareness). Me sigo distrayendo constantemente, pero logro identificar cuando
mi mente está perdiendo el foco, un par de respiraciones y logro retomar el
orden. Honestamente ha sido una experiencia muy enriquecedora.
Escribo estas líneas para invitarlos a atreverse a derribar los prejuicios y regalarse un tiempo importante de autocuidado. Puede realmente hacer una diferencia en sus vidas. Si queremos estar mejor para quienes queremos, si queremos ayudar más y mejor a nuestros seres queridos debemos partir por cuidarnos a nosotros mismos. Desde ahí podemos marcar la diferencia. Me carga los conceptos de autoayuda, considero que esto no se trata de ayuda, se trata de cuidarnos, de querer nuestra mente y nuestra vida, así como a aquellos que nos rodean.
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